miércoles, 30 de marzo de 2016

1.6 MÉTODOS FILOSÓFICOS: MAYÉUTICA Y DIALÉCTICA




Como ya vimos, la filosofía como ciencia desarrolla métodos para investigar la verdad. Veamos algunos de ellos.

MAYÉUTICA O MÉTODO SOCRÁTICO
Sócrates (470-399 a. C.) y los llamados sofistas (entre los que destacan Protágoras y Georgias de Lontini) son los principales representantes de la etapa de la filosofía griega conocida como antropológica o humanística.
En esta etapa decae el interés por las viejas especulaciones cosmológicas de los presocráticos, y en su lugar aparece como tema central el problema del hombre y su relación con la polis.
El surgimiento y la consolidación de la democracia es un factor importante que nos permite explicar este viraje de la filosofía hacia el tema del hombre y su sociedad. La forma democrática del Estado reclama del político destreza para hablar en público, elocuencia para convencer a sus conciudadanos.
En las asambleas populares, en los tribunales y hasta en los puestos administrativos menos importantes, se requería dominar el arte del discurso, como ya lo hemos visto al analizar el logos como forma de expresión.
El instrumento de la acción individual era la palabra, lo cual implica un ejercicio autónomo de la inteligencia y de la voluntad. Éstas son, definitivamente las potencias que conducen la vida pública. El arte de argumentar y persuadir que Pericles —líder de la democracia griega— poseyó lúcidamente se hizo cada vez más necesario.
Los sofistas —sabios y maestros de la época socrática— se empeñaron en enseñar la retórica o arte de convencer mediante discursos persuasivos, elocuentes y emotivos. En última instancia, para los sofistas no importaba tanto la verdad sobre las cosas, sino el mero convencimiento de aquello que les interesaba probar, ya fuera falso o verdadero. A los sofistas se les atribuye la invención de las falacias o sofismas, argumentos lógicamente bien construidos pero que en el fondo son falsos.
Sócrates rechazó y combatió los métodos sofísticos; para el filósofo ateniense lo importante era la obtención de la verdad, definir las cosas con precisión y rigor. Su ideal era descubrir verdades universales, objetivas.
Así, el método socrático llamado, sugestivamente, mayéutica, se propone obtener conocimientos universalmente válidos, al igual que la ciencia.
Evocando a su madre, Faenarete, que era "comadrona", Sócrates concebía su método mayéutico como el arte de parir las ideas (de mayeuein, "parir, dar a luz") o heurística (de heuris ristiché, arte de descubrir).
El filósofo de Atenas acude puntualmente a la plaza pública (al Agora) a instruir a sus conciudadanos acerca de lo que más le interesa: la adquisición de la virtud, la formación moral de los individuos y el conocimiento de uno mismo, para ello, parte de la idea de que todos los seres humanos tienen el conocimiento oculto, soterrado en el interior de sus almas, por lo cual es necesario sacarlo a flote pero, ¿cómo llevar a cabo esta empresa? Sócrates se vale de preguntas pertinentes, de una forma dialogada por medio de la cual conduce a sus interlocutores a encontrar por sí mismos lo buscado, ya sea la noción de virtud, de valor, de justicia o de ciencia. Parte de experiencias concretas, de casos particulares y se va elevando, gradualmente, a ideas más generales (a este procedimiento se le llama "inducción").
Sócrates primero trata de interesar vivamente a sus interlocutores sobre determinado tema, saca a las personas de su ámbito cotidiano y las introduce aun diálogo filosófico. Formula, hábilmente, inteligentes preguntas; en un momento dado, los interlocutores se sienten acorralados y sorprendidos, no tienen elementos para contestar adecuadamente y así surge la ironía socrática que nos permite darnos cuenta de nuestra ignorancia, de nuestras equívocas respuestas. Sin embargo, con la ayuda del maestro, lograremos salir de los embrollos para acceder a un conocimiento, si no definitivo, por lo menos pausible y esclarecedor.
El filósofo que llega a resultados ciertos, que se eleva a las ideas de lo bueno y de lo bello, de lo justo y lo verdadero, no hace otra cosa que cultivarse, enriquecer el caudal de su sabiduría práctica.
Para Sócrates, el fin último que persigue la filosofía es la educación moral del hombre, la formación de buenos ciudadanos, por ello, las ideas que más le preocupan son las relativas a las virtudes éticas.
Para el creador de la mayéutica el recto conocimiento de las cosas lleva al hombre a vivir moralmente.
·         Quien sabe lo que es bueno también lo practica.
·         Lo que llamamos maldad es fruto de la ignorancia.
·         Ningún sabio procede mal puesto que conoce lo que es bueno. Si la virtud deriva del conocimiento ello significa que puede ser enseñada.
Tales son los supuestos del intelectualismo ético propuesto por Sócrates.

DIALÉCTICA
Este método lo encontramos ya, por primera vez, en los antiguos griegos. Dialéctica es una palabra griega que significa diálogo y más propiamente disputa, su propósito es la búsqueda de la verdad. En este sentido, podemos decir que Sócrates era un filósofo dialéctico, porque utilizaba el diálogo para buscar la verdad.
Para Platón, la dialéctica se convierte en un método muy importante, nos conduce a una forma suprema de conocimiento que no se conforma simplemente con aceptar verdades establecidas, sino que trata de profundizarlas para establecer sus fundamentos últimos. Para Platón la dialéctica es el objeto del supremo entrenamiento del filósofo.
Por medio de la dialéctica el espíritu se va elevando, desde el conocimiento más elemental, que es el sensible, hasta llegar a la contemplación de las ideas o reino de la verdad. Para ello se debe proceder críticamente, sopesar el sentido de los conceptos y de las palabras que los expresan y definirlos de manera rigurosa.
Por medio de la dialéctica, según Platón, logramos reducir la multiplicidad de las cosas a su prístina unidad. Conocer es, para el gran discípulo de Sócrates, buscarla unidad de una ley, de un principio que pueda explicar la diversidad de nuestras experiencias.
Las ideas que se encuentran en un mundo suprasensible y plenamente inteligible, nos entregan la esencia inmutable, el verdadero ser de las cosas cuyo conocimiento es el fin de toda filosofía.
Por otro lado, la dialéctica también se entiende como un método basado en la confrontación o choque de ideas para obtener conclusiones. Éste era el método practicado por los sofistas en cuanto constituía una forma de discusiones y debates en la que triunfaba el más hábil en el manejo del discurso.
En los tiempos modernos, el filósofo alemán Friedrich Hegel (1770-1831) aplica el método dialéctico para comprender la realidad y la historia. De acuerdo con Hegel, la realidad es movimiento y acorde con éste, el método que la capta y comprende es dinámico. La realidad, siempre en proceso, comprende afirmaciones y negaciones; así, la verdad no surge de la identidad sino de la oposición. Cada estado, cada situación, origina su contrario, que a su vez se disuelve en una síntesis, en una unidad superior de la cual forman parte la tesis y la antítesis.
El proceso dialéctico entraña una tríada conformada por los siguientes momentos: la tesis, la antítesis y la síntesis, en los que los dos anteriores confluyen o se resuelven. La síntesis constituye, a su vez, una tesis que da lugar a una nueva tríada y así sucesivamente.
Puede advertirse que para Hegel la dialéctica no es solamente un simple método de pensar, sino que es la forma en que se manifiesta la realidad misma, una realidad en permanente cambio, que alcanza su verdad en su completo desenvolvimiento.
La filosofía en Hegel consiste en seguir los momentos mediante los cuales se va incrementando, enriqueciendo la realidad para contemplar, por último, el ser en su totalidad determinada y viva.
Más tarde la dialéctica hegeliana es retomada por Karl Marx (1818-1883) en forma completamente distinta. En efecto, mientras que la dialéctica en Hegel tiene un carácter idealista, Marx le imprime una interpretación materialista. Marx expresaba este cambio diciendo que la dialéctica en Hegel estaba distorsionada, "cabeza abajo", por lo que era menester enderezarla. Esto significaba que para Marx la dialéctica no consistía en el desarrollo del espíritu en un nivel especulativo, sino que era una interacción de factores materiales y económicos, una manera de considerar el mundo y la existencia humana como un choque ininterrumpido entre oposiciones para finalmente advenir a una sociedad más humana y justa: la sociedad comunista.
El comunismo —dice Marx— es la abolición positiva de la propiedad privada, de la auto-enajenación humana y, por tanto, de la apropiación real de la naturaleza humana a través del hombre mismo como ser social, es decir, realmente humano; [...] es la resolución definitiva al antagonismo entre el hombre y el hombre. Es la verdadera solución del conflicto entre la existencia y la esencia, entre la objetivación y la autoafirmación, entre el individuo y la especie, es en suma: la solución al dilema de la historia.
La dialéctica en Marx no es sólo la base del conocimiento sino de la actividad práctica que ejercen los hombres; revela el carácter históricamente transitorio de todas las formas de la vida social; exige no atenuar las contradicciones sociales radicales, sino su solución por la vía revolucionaria. De esta manera, la dialéctica asume un papel crítico y revolucionario, pugna por la desaparición de la propiedad privada y la explotación capitalista dando paso a una nueva sociedad.
Este breve asomo al método mayéutico nos muestra la necesidad que tienen los filósofos de contar con un método o una vía que los conduzcan a la verdad. Como hemos visto, Sócrates optó por la mayéutica utilizando el diálogo que nos ayuda a descubrir, a alumbrar conocimientos o ideas que supuestamente ya existen en nuestro espíritu.  

Por su parte, Descartes, en el siglo XVII, al igual que Sócrates, es un racionalista que acude a la duda para llegar a una verdad indubitable, a una certeza que se convertirá en el punto de partida del conocimiento. Lo indudable nace de la duda, pues dudar es ya pensar, y si pienso, dice Descartes, entonces existo. Sócrates, en un momento dado, también se beneficia de la duda tratando de convencer a sus interlocutores de que no sabían aquello de lo que se estaba discutiendo. El filósofo de la mayéutica aseguraba: sólo sé que nada sé, frase crucial que nos permite reconocer nuestra ignorancia y la necesidad de superarla mediante la afanosa búsqueda de la verdad que para el propio Sócrates consiste en establecer la definición y el concepto definitivo de lo que se tratare, por ejemplo, saber en qué consiste la justicia o la virtud. Las reflexiones de Sócrates se dirigieron a la formación de los ciudadanos. Sus deseos de saber y obrar rectamente fueron sus grandes aspiraciones.         

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