1.6 MÉTODOS FILOSÓFICOS: MAYÉUTICA Y DIALÉCTICA
Como ya vimos,
la filosofía como ciencia desarrolla métodos para investigar la verdad. Veamos
algunos de ellos.
MAYÉUTICA O MÉTODO SOCRÁTICO
Sócrates
(470-399 a. C.) y los llamados sofistas (entre los que destacan Protágoras y
Georgias de Lontini) son los principales representantes de la etapa de la
filosofía griega conocida como antropológica o humanística.
En esta etapa
decae el interés por las viejas especulaciones cosmológicas de los
presocráticos, y en su lugar aparece como tema central el problema del hombre y
su relación con la polis.
El surgimiento
y la consolidación de la democracia es un factor importante que nos permite
explicar este viraje de la filosofía hacia el tema del hombre y su sociedad. La
forma democrática del Estado reclama del político destreza para hablar en
público, elocuencia para convencer a sus conciudadanos.
En las
asambleas populares, en los tribunales y hasta en los puestos administrativos
menos importantes, se requería dominar el arte del discurso, como ya lo hemos
visto al analizar el logos como forma de expresión.
El instrumento
de la acción individual era la palabra, lo cual implica un ejercicio autónomo
de la inteligencia y de la voluntad. Éstas son, definitivamente las potencias
que conducen la vida pública. El arte de argumentar y persuadir que Pericles
—líder de la democracia griega— poseyó lúcidamente se hizo cada vez más
necesario.
Los sofistas
—sabios y maestros de la época socrática— se empeñaron en enseñar la retórica o
arte de convencer mediante discursos persuasivos, elocuentes y emotivos. En
última instancia, para los sofistas no importaba tanto la verdad sobre las
cosas, sino el mero convencimiento de aquello que les interesaba probar, ya
fuera falso o verdadero. A los sofistas se les atribuye la invención de las
falacias o sofismas, argumentos lógicamente bien construidos pero que en el
fondo son falsos.
Sócrates
rechazó y combatió los métodos sofísticos; para el filósofo ateniense lo
importante era la obtención de la verdad, definir las cosas con precisión y
rigor. Su ideal era descubrir verdades universales, objetivas.
Así, el método
socrático llamado, sugestivamente, mayéutica, se propone obtener conocimientos
universalmente válidos, al igual que la ciencia.
Evocando a su
madre, Faenarete, que era "comadrona", Sócrates concebía su método
mayéutico como el arte de parir las ideas (de mayeuein, "parir, dar a
luz") o heurística (de heuris ristiché, arte de descubrir).
El filósofo de
Atenas acude puntualmente a la plaza pública (al Agora) a instruir a sus conciudadanos
acerca de lo que más le interesa: la adquisición de la virtud, la formación
moral de los individuos y el conocimiento de uno mismo, para ello, parte de la
idea de que todos los seres humanos tienen el conocimiento oculto, soterrado en
el interior de sus almas, por lo cual es necesario sacarlo a flote pero, ¿cómo
llevar a cabo esta empresa? Sócrates se vale de preguntas pertinentes, de una
forma dialogada por medio de la cual conduce a sus interlocutores a encontrar
por sí mismos lo buscado, ya sea la noción de virtud, de valor, de justicia o
de ciencia. Parte de experiencias concretas, de casos particulares y se va
elevando, gradualmente, a ideas más generales (a este procedimiento se le llama
"inducción").
Sócrates
primero trata de interesar vivamente a sus interlocutores sobre determinado
tema, saca a las personas de su ámbito cotidiano y las introduce aun diálogo
filosófico. Formula, hábilmente, inteligentes preguntas; en un momento dado,
los interlocutores se sienten acorralados y sorprendidos, no tienen elementos
para contestar adecuadamente y así surge la ironía socrática que nos permite
darnos cuenta de nuestra ignorancia, de nuestras equívocas respuestas. Sin
embargo, con la ayuda del maestro, lograremos salir de los embrollos para acceder
a un conocimiento, si no definitivo, por lo menos pausible y esclarecedor.
El filósofo
que llega a resultados ciertos, que se eleva a las ideas de lo bueno y de lo
bello, de lo justo y lo verdadero, no hace otra cosa que cultivarse, enriquecer
el caudal de su sabiduría práctica.
Para Sócrates,
el fin último que persigue la filosofía es la educación moral del hombre, la
formación de buenos ciudadanos, por ello, las ideas que más le preocupan son
las relativas a las virtudes éticas.
Para el
creador de la mayéutica el recto conocimiento de las cosas lleva al hombre a
vivir moralmente.
·
Quien sabe
lo que es bueno también lo practica.
·
Lo que
llamamos maldad es fruto de la ignorancia.
·
Ningún
sabio procede mal puesto que conoce lo que es bueno. Si la virtud deriva del
conocimiento ello significa que puede ser enseñada.
Tales son los
supuestos del intelectualismo ético propuesto por Sócrates.
DIALÉCTICA
Este método lo
encontramos ya, por primera vez, en los antiguos griegos. Dialéctica es una
palabra griega que significa diálogo y más propiamente disputa, su propósito es
la búsqueda de la verdad. En este sentido, podemos decir que Sócrates era un
filósofo dialéctico, porque utilizaba el diálogo para buscar la verdad.
Para Platón,
la dialéctica se convierte en un método muy importante, nos conduce a una forma
suprema de conocimiento que no se conforma simplemente con aceptar verdades
establecidas, sino que trata de profundizarlas para establecer sus fundamentos
últimos. Para Platón la dialéctica es el objeto del supremo entrenamiento del
filósofo.
Por medio de
la dialéctica el espíritu se va elevando, desde el conocimiento más elemental,
que es el sensible, hasta llegar a la contemplación de las ideas o reino de la
verdad. Para ello se debe proceder críticamente, sopesar el sentido de los
conceptos y de las palabras que los expresan y definirlos de manera rigurosa.
Por medio de
la dialéctica, según Platón, logramos reducir la multiplicidad de las cosas a
su prístina unidad. Conocer es, para el gran discípulo de Sócrates, buscarla
unidad de una ley, de un principio que pueda explicar la diversidad de nuestras
experiencias.
Las ideas que
se encuentran en un mundo suprasensible y plenamente inteligible, nos entregan
la esencia inmutable, el verdadero ser de las cosas cuyo conocimiento es el fin
de toda filosofía.
Por otro lado,
la dialéctica también se entiende como un método basado en la confrontación o
choque de ideas para obtener conclusiones. Éste era el método practicado por
los sofistas en cuanto constituía una forma de discusiones y debates en la que
triunfaba el más hábil en el manejo del discurso.
En los tiempos
modernos, el filósofo alemán Friedrich Hegel (1770-1831) aplica el método
dialéctico para comprender la realidad y la historia. De acuerdo con Hegel, la
realidad es movimiento y acorde con éste, el método que la capta y comprende es
dinámico. La realidad, siempre en proceso, comprende afirmaciones y negaciones;
así, la verdad no surge de la identidad sino de la oposición. Cada estado, cada
situación, origina su contrario, que a su vez se disuelve en una síntesis, en
una unidad superior de la cual forman parte la tesis y la antítesis.
El proceso
dialéctico entraña una tríada conformada por los siguientes momentos: la tesis,
la antítesis y la síntesis, en los que los dos anteriores confluyen o se
resuelven. La síntesis constituye, a su vez, una tesis que da lugar a una nueva
tríada y así sucesivamente.
Puede
advertirse que para Hegel la dialéctica no es solamente un simple método de
pensar, sino que es la forma en que se manifiesta la realidad misma, una
realidad en permanente cambio, que alcanza su verdad en su completo
desenvolvimiento.
La filosofía
en Hegel consiste en seguir los momentos mediante los cuales se va
incrementando, enriqueciendo la realidad para contemplar, por último, el ser en
su totalidad determinada y viva.
Más tarde la
dialéctica hegeliana es retomada por Karl Marx (1818-1883) en forma
completamente distinta. En efecto, mientras que la dialéctica en Hegel tiene un
carácter idealista, Marx le imprime una interpretación materialista. Marx
expresaba este cambio diciendo que la dialéctica en Hegel estaba distorsionada,
"cabeza abajo", por lo que era menester enderezarla. Esto significaba
que para Marx la dialéctica no consistía en el desarrollo del espíritu en un
nivel especulativo, sino que era una interacción de factores materiales y
económicos, una manera de considerar el mundo y la existencia humana como un
choque ininterrumpido entre oposiciones para finalmente advenir a una sociedad
más humana y justa: la sociedad comunista.
El comunismo
—dice Marx— es la abolición positiva de la propiedad privada, de la
auto-enajenación humana y, por tanto, de la apropiación real de la naturaleza
humana a través del hombre mismo como ser social, es decir, realmente humano;
[...] es la resolución definitiva al antagonismo entre el hombre y el hombre.
Es la verdadera solución del conflicto entre la existencia y la esencia, entre
la objetivación y la autoafirmación, entre el individuo y la especie, es en
suma: la solución al dilema de la historia.
La dialéctica
en Marx no es sólo la base del conocimiento sino de la actividad práctica que
ejercen los hombres; revela el carácter históricamente transitorio de todas las
formas de la vida social; exige no atenuar las contradicciones sociales
radicales, sino su solución por la vía revolucionaria. De esta manera, la
dialéctica asume un papel crítico y revolucionario, pugna por la desaparición
de la propiedad privada y la explotación capitalista dando paso a una nueva sociedad.
Este breve
asomo al método mayéutico nos muestra la necesidad que tienen los filósofos de
contar con un método o una vía que los conduzcan a la verdad. Como hemos visto,
Sócrates optó por la mayéutica utilizando el diálogo que nos ayuda a descubrir,
a alumbrar conocimientos o ideas que supuestamente ya existen en nuestro
espíritu.
Por su parte,
Descartes, en el siglo XVII, al igual que Sócrates, es un racionalista que
acude a la duda para llegar a una verdad indubitable, a una certeza que se
convertirá en el punto de partida del conocimiento. Lo indudable nace de la
duda, pues dudar es ya pensar, y si pienso, dice Descartes, entonces existo.
Sócrates, en un momento dado, también se beneficia de la duda tratando de
convencer a sus interlocutores de que no sabían aquello de lo que se estaba
discutiendo. El filósofo de la mayéutica aseguraba: sólo sé que nada sé, frase
crucial que nos permite reconocer nuestra ignorancia y la necesidad de
superarla mediante la afanosa búsqueda de la verdad que para el propio Sócrates
consiste en establecer la definición y el concepto definitivo de lo que se
tratare, por ejemplo, saber en qué consiste la justicia o la virtud. Las
reflexiones de Sócrates se dirigieron a la formación de los ciudadanos. Sus
deseos de saber y obrar rectamente fueron sus grandes aspiraciones.
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